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Un año más, como todos los anteriores, Wildember Academy abre sus puertas para atender a todas y cada una de las personas desean aprender y mejorar su formación; a crecer como personas y a madurar ante la igualdad. Todo el mundo que entró tras sus puertas creían que sería un año tranquilo lleno de alegrías, penas, amistades, odio y amor. Un año académico más, ¿Qué si no? ¡Error! Era el año, el año en el cual las historias o leyendas de la Academia tomaban vida, donde su pasado se repetía y el cuerpo tendido de un joven deportista (becado) brutalmente asesinado se hallaba en el Hall de la Academia.
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We’re like diamonds in the sky {Daniel}
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We’re like diamonds in the sky {Daniel}
Las primeras dos clases de la mañana habían sido de gran interés para Solage, afortunadamente habían cambiado ya de tema y los temas nuevos abrían paso a las discusiones grupales. Sus profesores la felicitaron por su gran trabajo de investigación y cuando llegó a su tercera clase, la cual compartía con Daniel, se encontró con que su novio no había aparecido. Aquello la extrañó, sin embargo fue a sentarse a su lugar, esperando que él llegase tarde.
El timbre indicó que la clase había finalizado y su chico no había ido a clase, lo cual era extraño. Sabiendo que la actitud de novia posesiva no ayudaría nada, no le llamó ni le mandó mensaje. Seguramente se había desvelado leyendo para la siguiente clase, que también compartían. Ahora que estaba consciente de que Daniel no pasaría por los salones, Solage decidió saltarse el almuerzo para irlo a buscar a su dormitorio.
Mientras caminaba por los pasillos, se obligaba a sí misma a tranquilizarse, seguramente había tenido una mala noche y había decidido pasar la mañana descansando. No debía de armar escándalo por dos clases. Pasó a la cafetería, compró dos cafés americanos y dos panquecillos por si Daniel no había desayunado.
Al llegar a la puerta de su novio, Solage inhaló profundamente y se preparó a tocar. Aquello ya no le gustaba, odiaba la sensación de temor que la invadía cada vez que iba a encontrarse con Daniel. Esa incertidumbre de no saber con qué se encontraría ni con qué humor lidiaría, le entristecía. Una relación así no iba a durar mucho más. Obligándose a sonreír, dio dos leves toques a la puerta y esperó.
El timbre indicó que la clase había finalizado y su chico no había ido a clase, lo cual era extraño. Sabiendo que la actitud de novia posesiva no ayudaría nada, no le llamó ni le mandó mensaje. Seguramente se había desvelado leyendo para la siguiente clase, que también compartían. Ahora que estaba consciente de que Daniel no pasaría por los salones, Solage decidió saltarse el almuerzo para irlo a buscar a su dormitorio.
Mientras caminaba por los pasillos, se obligaba a sí misma a tranquilizarse, seguramente había tenido una mala noche y había decidido pasar la mañana descansando. No debía de armar escándalo por dos clases. Pasó a la cafetería, compró dos cafés americanos y dos panquecillos por si Daniel no había desayunado.
Al llegar a la puerta de su novio, Solage inhaló profundamente y se preparó a tocar. Aquello ya no le gustaba, odiaba la sensación de temor que la invadía cada vez que iba a encontrarse con Daniel. Esa incertidumbre de no saber con qué se encontraría ni con qué humor lidiaría, le entristecía. Una relación así no iba a durar mucho más. Obligándose a sonreír, dio dos leves toques a la puerta y esperó.
Solage M. Fitzgerald- Mensajes : 25
Fecha de inscripción : 10/12/2012
Re: We’re like diamonds in the sky {Daniel}
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CON Solage F. ∞ EN Habitaciones de chicos ∞ 11:30 AM
Aquella mañana el castaño no se había podido despegar de sus sábanas, no había pegado ojo en toda aquella lluviosa noche. No había ido a dormir a su espaciosa residencia de Manhattan, sino que al contrario que otras muchas noches, había tenido que quedarse en el campus universitario para poder asistir a una de las cortas reuniones de la Orden. Y no solo eso, sino que había pasado una mala noche en cuanto a su padre. Una nueva discusión había amenizado la corta velada que había tenido con el señor Wellesley. Un hombre demasiado autoritario y recto, esperando que cualquiera de sus hijos pudieran superarse cada día más.
¿Koty? Se preguntó para sus adentros, a la vez que, se levantaba de una forma un tanto perezosa para poder ir a abrir la puerta de su pequeño cuarto universitario. Tras abrirla se topó de lleno con la cara angelical de su novia, - ¿Rubia? – preguntó de forma cariñosa, sin borrar la mueca de asombro que había aparecido en su rostro. - ¿Qué ocurre? – volvió a regalarle otra pregunta; abrió la puerta y hizo una graciosa mueca para dejarla entrar.
- ¿A qué se debe esta grata sorpresa mañanera? – añadió el chico a la vez que apagaba la música que sonaba de fondo; no sabía cómo se había levantado aquel día, ¿extraño, quizá? Como siempre. Se sorprendía de aquella grata visita, ¿Por qué siempre tan complicado Daniel? Esa era la pregunta que se hacía todas las mañanas, ese era el comportamiento contra el que intentaba luchar. ¿Por qué todo no podía ser como antes? No solo en cuanto al tema de la rubia se tratase, sino que consideraba que cada día se alejaba del chico que había sido durante años. El miedo lo invadía y la confusión lo atrapaba.
Se acercó a su chica para robarle un dulce y tierno beso a modo saludo, la sorpresa había impedido que actuara como un novio normal. Ayudándola con los cafés que traía, sonriendo por aquel simple y atento gesto.
[…]
En aquel momento se encontraba recostado sobre su cama, escuchando música, cualquiera canción que pasaba por su cabeza amenizada aquella mañana, aquel extraño día, o de esa forma había empezado. Su mirada se encontraba clavada al frente, en la nada; despertó al escuchar unos tímidos golpes en la puerta. ¿Koty? Se preguntó para sus adentros, a la vez que, se levantaba de una forma un tanto perezosa para poder ir a abrir la puerta de su pequeño cuarto universitario. Tras abrirla se topó de lleno con la cara angelical de su novia, - ¿Rubia? – preguntó de forma cariñosa, sin borrar la mueca de asombro que había aparecido en su rostro. - ¿Qué ocurre? – volvió a regalarle otra pregunta; abrió la puerta y hizo una graciosa mueca para dejarla entrar.
- ¿A qué se debe esta grata sorpresa mañanera? – añadió el chico a la vez que apagaba la música que sonaba de fondo; no sabía cómo se había levantado aquel día, ¿extraño, quizá? Como siempre. Se sorprendía de aquella grata visita, ¿Por qué siempre tan complicado Daniel? Esa era la pregunta que se hacía todas las mañanas, ese era el comportamiento contra el que intentaba luchar. ¿Por qué todo no podía ser como antes? No solo en cuanto al tema de la rubia se tratase, sino que consideraba que cada día se alejaba del chico que había sido durante años. El miedo lo invadía y la confusión lo atrapaba.
Se acercó a su chica para robarle un dulce y tierno beso a modo saludo, la sorpresa había impedido que actuara como un novio normal. Ayudándola con los cafés que traía, sonriendo por aquel simple y atento gesto.
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Daniel C. Wellesley- Mensajes : 143
Fecha de inscripción : 20/07/2012
Re: We’re like diamonds in the sky {Daniel}
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Solage M. Fitzgerald- Mensajes : 25
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Re: We’re like diamonds in the sky {Daniel}
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CON Solage F. ∞ EN Habitaciones de chicos ∞ 11:30 AM
El joven no pudo evitar soltar una corta y simpática carcajada al escuchar aquello, no le había hecho gracia lo que esta le había dicho sino como lo había dicho. Era la misma de siempre, en momentos como aquellos una fugaz ráfaga lo hacía volver al pasado. – Entendido – contestó de forma agradable en respuesta de aquella palabrería que había soltado su novia.
Le guiño un ojo cuando esta dejo todo aquella que se había preocupada por traer para que el chico pudiera comer un poco; aquellos gestos atentos que la rubia tenía le encantaban pero a su vez le dolían. Le dolía aquella situación; le dolía que ella fuera irremediablemente perfecta en cuanto al joven se tratase y este, fuera sin más, un muchacho confundido y distraído que no sabía aprovechar lo que tenía a su lado.
Sus fuertes brazos lo arroparon cuando esta le regaló un cálido y tierno abrazo; la apretó hacia él, la sintió nuevamente suya, con él. Se quedó durante unos segundos de esa forma, regalándole un tierno beso en aquella cabellera rubia, para pasar a jugar con aquellos mechones rubios como el oro. – Extrañaba estas clases de visitas – se atrevió a comentar el joven, no mentía, extrañaba aquel acercamiento entre ambos que no fuera exclusivamente por las clases que compartían, por la Orden en la que pertenecían o por simples encuentros por monotonía.
Levantó el rostro de la chica para acariciarlo con cierta ternura y timidez. Siempre había una barrera, no sabía porque, pero siempre que intentaba acercarse a ella, siempre que ponía todas sus intenciones algo lo separaba repentinamente. Eso era lo que quería averiguar, eso era lo que tenía que intentar cambiar para volver, a ser con ella, el chico que esta había conocido.
[…]
Le guiño un ojo cuando esta dejo todo aquella que se había preocupada por traer para que el chico pudiera comer un poco; aquellos gestos atentos que la rubia tenía le encantaban pero a su vez le dolían. Le dolía aquella situación; le dolía que ella fuera irremediablemente perfecta en cuanto al joven se tratase y este, fuera sin más, un muchacho confundido y distraído que no sabía aprovechar lo que tenía a su lado.
Sus fuertes brazos lo arroparon cuando esta le regaló un cálido y tierno abrazo; la apretó hacia él, la sintió nuevamente suya, con él. Se quedó durante unos segundos de esa forma, regalándole un tierno beso en aquella cabellera rubia, para pasar a jugar con aquellos mechones rubios como el oro. – Extrañaba estas clases de visitas – se atrevió a comentar el joven, no mentía, extrañaba aquel acercamiento entre ambos que no fuera exclusivamente por las clases que compartían, por la Orden en la que pertenecían o por simples encuentros por monotonía.
Levantó el rostro de la chica para acariciarlo con cierta ternura y timidez. Siempre había una barrera, no sabía porque, pero siempre que intentaba acercarse a ella, siempre que ponía todas sus intenciones algo lo separaba repentinamente. Eso era lo que quería averiguar, eso era lo que tenía que intentar cambiar para volver, a ser con ella, el chico que esta había conocido.
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Daniel C. Wellesley- Mensajes : 143
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Re: We’re like diamonds in the sky {Daniel}
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Solage M. Fitzgerald- Mensajes : 25
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Re: We’re like diamonds in the sky {Daniel}
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CON Solage F. ∞ EN Habitaciones de chicos ∞ 11:30 AM
Aceptó aquel beso que le había regalado su novia, sintiendo nuevamente – desde hacía días – los tiernos labios de la chica. Sintiendo una extraña sensación; pasando de una sensación de tranquilidad a otra totalmente opuesta, ¿culpabilidad?¿tristeza? Sí, por como se había comportado con aquella joven y, que a pesar de todo, ella seguía a pie de cañón. Como siempre lo había estado, fiel a los pasos del castaño.
Se quedó unos segundos en silencio, sin saber que decirle, sin saber cómo reaccionar. No sabía la razón por la cual se comportaba con ella de esa manera, no sabía porque en un abrir y cerrar de ojos ya no eran los mismos, ya no era el mismo. Intentó olvidarse de todo aquello para poder disfrutar de un día al lado de su novia, para volver a comportarse como antes lo hacían. No solo eran pareja, sino que era mejores amigos, inseparables. Estaban hechos el uno para el otro, no había nadie tan parecido a Daniel como aquella divertida muchacha. ¿Y si ese era el problema? Daniel hacía mucho que había dejado de saber quién era, de puntualizar su nueva personalidad. La muerte de su hermano, los pasados acontecimientos habían cambiado demasiado al joven que se encontraba allí sentado.
Su móvil sonó, sacándolo así de sus lejanos pensamientos. Era un mensaje de un miembro de la Orden, reclamando la atención de la pareja para aquella noche. Una sensación de terror recorrió su cuerpo al leer el mensaje, al imaginarse lo peor. Sabía que tenía que estar en esas filas, siempre había creído fielmente en los ideales de estos. Pero ese siempre se había terminado, ese cuento ya no era el mismo. – Esta noche hay reunión – le comunicó a su novia, uno más como él. Temía por su amiga Lena, e incluso por su hermana, si se encontraban juntas. Bufó por aquello, - Creo que eso se nos fue de las manos – añadió al recordar lo que había pasado hace un año, al recordar la muerte de una chica inocente por algún descerebrado de sus compañeros. Pero no podían abandonar, una vez que se era miembro de aquella cruel Orden, eras la propia Orden. Tenías que apoyar y proteger a los tuyos, porque así eran, adolescentes poderosos que podían hacer callar a cualquiera.
Se quedó preocupado por unos segundos, pensativo. - ¿No tendremos excusa para ausentarnos? – bromeó el joven, intentó sacarle importancia a aquel mensaje, a aquella preocupación fundada que había aparecido en él. ¡Koty! ¡Lena!
[…]
Acompaño el comentario de su rubia novia con una divertida sonrisa, - Creo que no habrá problema – se limitó a contestar, a la vez que se dirigía dirección a su cama para volver a la posición inicial, a la posición en la que se encontraba cómodamente antes de que la joven osara aparecer por el bunker del muchacho. Una vez que alcanzó su objetivo le hizo un pequeño gesto a Sol para que lo acompañara, para tenerla a su lado. Se quedó unos segundos en silencio, sin saber que decirle, sin saber cómo reaccionar. No sabía la razón por la cual se comportaba con ella de esa manera, no sabía porque en un abrir y cerrar de ojos ya no eran los mismos, ya no era el mismo. Intentó olvidarse de todo aquello para poder disfrutar de un día al lado de su novia, para volver a comportarse como antes lo hacían. No solo eran pareja, sino que era mejores amigos, inseparables. Estaban hechos el uno para el otro, no había nadie tan parecido a Daniel como aquella divertida muchacha. ¿Y si ese era el problema? Daniel hacía mucho que había dejado de saber quién era, de puntualizar su nueva personalidad. La muerte de su hermano, los pasados acontecimientos habían cambiado demasiado al joven que se encontraba allí sentado.
Su móvil sonó, sacándolo así de sus lejanos pensamientos. Era un mensaje de un miembro de la Orden, reclamando la atención de la pareja para aquella noche. Una sensación de terror recorrió su cuerpo al leer el mensaje, al imaginarse lo peor. Sabía que tenía que estar en esas filas, siempre había creído fielmente en los ideales de estos. Pero ese siempre se había terminado, ese cuento ya no era el mismo. – Esta noche hay reunión – le comunicó a su novia, uno más como él. Temía por su amiga Lena, e incluso por su hermana, si se encontraban juntas. Bufó por aquello, - Creo que eso se nos fue de las manos – añadió al recordar lo que había pasado hace un año, al recordar la muerte de una chica inocente por algún descerebrado de sus compañeros. Pero no podían abandonar, una vez que se era miembro de aquella cruel Orden, eras la propia Orden. Tenías que apoyar y proteger a los tuyos, porque así eran, adolescentes poderosos que podían hacer callar a cualquiera.
Se quedó preocupado por unos segundos, pensativo. - ¿No tendremos excusa para ausentarnos? – bromeó el joven, intentó sacarle importancia a aquel mensaje, a aquella preocupación fundada que había aparecido en él. ¡Koty! ¡Lena!
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Daniel C. Wellesley- Mensajes : 143
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Re: We’re like diamonds in the sky {Daniel}
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Solage M. Fitzgerald- Mensajes : 25
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CON Solage F. ∞ EN Habitaciones de chicos ∞ 11:30 AM
Aquello se le venía encima, intentó cortarla varias veces cuando se percató hacia qué lado iría conversación, hacia donde se dirigían sin control. Respiró hondo conteniendo aquella sensación de intriga y miedo que no lo dejaban siquiera respirar. Sabía que antes o después llegaría, que antes o después se tendría que enfrentar a aquella situación que él mismo había buscado, que él mismo se había ganado.
Se quedó en silenció, observando a su novia a través de sus ojos claros, alejado de ella pero prestando máxima atención a cada palabra que la chica pronunciaba, a cada frase que construía. ¿La tercera persona? ¿Qué sabía?¿o simplemente se trataba de una sensación? Se sentía como un idiota, se sentía culpable. Y esa terrible sensación aumentó cuando concluyó. El muchacho hasta aquel momento no se había dado cuenta de cómo podía afectarle a Sol la bipolaridad que de él se desprendía.
- Yo no… - no sabía si quiera como empezar, solamente balbuceaba. No encontraba las palabras para expresar como se sentía en aquel instante. – Nunca pensé que pudiera llegar a dañarte de esa manera – eso fue lo único que se le ocurrió en aquel momento, ¡estúpido!, le gritó una pequeña voz dentro de él. Se encontraba inmóvil, apoyado sobre su cama sin poder desviar la vista de la chica que estaba a tan solo a unos metros de él.
- No sé… - susurró de forma casi inaudible, ese era el momento de decidirse, era el momento de que se abriera totalmente sin miedo. ¿Tenían que hablarlo, cierto?¿Cuando tiempo iba a estar evitando aquello? - ¿Tercera persona? – preguntó confundido, - Esto es entre tu y yo. No somos los mismos, no soy lo mismo – se atrevió a replicar, arrepintiéndose por ello. Ella no tenía la culpa, claro que no la tenía. El único culpable de aquella relación había sido el Wellesley desde un principio.
Se levantó de su cama de forma tranquila, ocultando el nerviosismo que lo había tomado. El nerviosismo y confusión que lo había llevado a aquella conversación. – Lo siento, no es tan fácil – aclaró. ¿A caso era tan sencillo? ¿Cuándo lo había sido? Las relaciones tenían ciclos; maduraban, crecían y en algunos casos, estos se separaban. ¿Y ellos? “¿Que harás Daniel: lo correcto o lo que deseas?”, eso fue lo último que le dijo su cabeza en aquel momento. - ¿Qué es?¿Es un cambio definitivo o es un simple cambio que tenemos que atravesar? – preguntó sincerándose. Hacía años que estaba al lado de aquella chica, eras populares, eran envidiados y demasiado poderosos juntos. Todo el mundo lo sabía, su padre lo sabía. Y aunque estuvieran en el siglo XXI las familias elitistas así eran; los ojos de la familia Wellesley estaban puestos en ellos, en ella. La perfecta muchachita refinada y princesita, la mujer de Daniel. ¿Quién sino? Nadie estaría a la altura de esa joven. ¿Y solo eso, no? Habían crecido el uno al lado del otro, habían pasado demasiado cosas juntos. Pero ahora… ahora se encontraban el uno al lado del otro sin saber que decirse, sin saber el punto detonante que había estallado aquella bomba. - ¿Qué esperas? – preguntó con curiosidad, intrigado. Quería saber cual era el punto por el que se había decantado la chica.
Se quedó en silenció, observando a su novia a través de sus ojos claros, alejado de ella pero prestando máxima atención a cada palabra que la chica pronunciaba, a cada frase que construía. ¿La tercera persona? ¿Qué sabía?¿o simplemente se trataba de una sensación? Se sentía como un idiota, se sentía culpable. Y esa terrible sensación aumentó cuando concluyó. El muchacho hasta aquel momento no se había dado cuenta de cómo podía afectarle a Sol la bipolaridad que de él se desprendía.
- Yo no… - no sabía si quiera como empezar, solamente balbuceaba. No encontraba las palabras para expresar como se sentía en aquel instante. – Nunca pensé que pudiera llegar a dañarte de esa manera – eso fue lo único que se le ocurrió en aquel momento, ¡estúpido!, le gritó una pequeña voz dentro de él. Se encontraba inmóvil, apoyado sobre su cama sin poder desviar la vista de la chica que estaba a tan solo a unos metros de él.
- No sé… - susurró de forma casi inaudible, ese era el momento de decidirse, era el momento de que se abriera totalmente sin miedo. ¿Tenían que hablarlo, cierto?¿Cuando tiempo iba a estar evitando aquello? - ¿Tercera persona? – preguntó confundido, - Esto es entre tu y yo. No somos los mismos, no soy lo mismo – se atrevió a replicar, arrepintiéndose por ello. Ella no tenía la culpa, claro que no la tenía. El único culpable de aquella relación había sido el Wellesley desde un principio.
Se levantó de su cama de forma tranquila, ocultando el nerviosismo que lo había tomado. El nerviosismo y confusión que lo había llevado a aquella conversación. – Lo siento, no es tan fácil – aclaró. ¿A caso era tan sencillo? ¿Cuándo lo había sido? Las relaciones tenían ciclos; maduraban, crecían y en algunos casos, estos se separaban. ¿Y ellos? “¿Que harás Daniel: lo correcto o lo que deseas?”, eso fue lo último que le dijo su cabeza en aquel momento. - ¿Qué es?¿Es un cambio definitivo o es un simple cambio que tenemos que atravesar? – preguntó sincerándose. Hacía años que estaba al lado de aquella chica, eras populares, eran envidiados y demasiado poderosos juntos. Todo el mundo lo sabía, su padre lo sabía. Y aunque estuvieran en el siglo XXI las familias elitistas así eran; los ojos de la familia Wellesley estaban puestos en ellos, en ella. La perfecta muchachita refinada y princesita, la mujer de Daniel. ¿Quién sino? Nadie estaría a la altura de esa joven. ¿Y solo eso, no? Habían crecido el uno al lado del otro, habían pasado demasiado cosas juntos. Pero ahora… ahora se encontraban el uno al lado del otro sin saber que decirse, sin saber el punto detonante que había estallado aquella bomba. - ¿Qué esperas? – preguntó con curiosidad, intrigado. Quería saber cual era el punto por el que se había decantado la chica.
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Daniel C. Wellesley- Mensajes : 143
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Solage M. Fitzgerald- Mensajes : 25
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CON Solage F. ∞ EN Habitaciones de chicos ∞ 11:30 AM
Daniel se quedó inmóvil, como si un jarrón de agua fría cayera sobre él. Helado, sin poder siquiera pestañear para prestar la atención necesaria a todo lo que le chica le decía; una vez por todas Solage había dejado de ser la tímida muchacha con miedo a perderlo para pasar a ser ella, a gritarle lo que sentía, a abrirse totalmente y hacerle saber al chico el daño que le causaba su actitud. Su extraña actitud.
Eran palabras afiladas que se clavaban en Daniel y lo hacían sentir realmente como un idiota, sí, un auténtico idiota porque en aquel momento había recordado todo lo que habían pasado juntos. Las veces que lo había apoyado, que lo había ayudado e incluso todo el tiempo que lo había esperado. ¿Y terminarían así?¿Por una simple confusión del chico?¿Por no saber aclararse a tiempo? Era el momento de un cambio en sus vidas, en su relación. Y no sabía si este sería para mejor o simplemente un cambio definitivo.
No quería escucharla, sus palabras lo herían demasiado y las contestaciones no le salían. Apretó sus puños fuertemente contra él, estaba enfadado, realmente enfadado. Con él, con la situación, por haber llegado a aquel punto. A aquel extremo. Respiró hondo, esperando que las palabras fluyeran en él, que no se bloqueara y que pudiera tratarla en aquel momento como realmente ella se merecía. Tenía ganas de abrazarla, de acurrucarla en su pecho y creer que todo había acabado. Que todo había sido una gran pesadilla, un mal sueño. No quería sentir esas mariposas encontradas, esa sensación de confusión de manera constante; tan solo quería volver a la normalidad.
¿¿¡¡Que!!??, ¿había oído bien? - ¿Eso qué quiere decir? – preguntó asustado, ahora sí el miedo se podía reflejar en sus ojos. El chico se había prometido cambiar, incluso había acordado alejarse de la castaña que había causado aquella confusión. - ¡No, no! – exclamó, - ¿Así?¿Sin más? – preguntó una vez más, respetaría si esa era su verdadera decisión. Pero él no tenía que dejarla, tenía que cambiar. Por el bien de todos; sentía a demasiadas personas colgando en sus manos en aquel instante. Se alejaría de Helena por su bien, tal y como le había prometido; y con ella fuera del panorama, volvería a ser el mismo con Solage. Volvería a luchar por aquella relación, ¿eso era lo que quería no? Solo bastaba un intento, una oportunidad más. Quería saber si podía volver a ser el mismo, se podía ser el Daniel que todo el mundo había conocido.
- Lo siento – volvió a repetir, ahora, de una forma mucho más sincera. Sus claros ojos tenían un brillo apagado, entristecido por todo lo que él había creado, por todo el revuelo levantado y por todo el sufrimiento que se había encargado de regalar.
- No es una relación común y corriente. Hace años que estás a mi lado, que estoy a tu lado. Pero cambié, no soy ese Daniel del que te enamoraste Solage. Soy nuevo ahora, estoy encontrándome porque todo me dejo muy perdido. No me siento conectado con nadie, me siento vacío, me siento solo. – añadió, ahí le había dado. Había sido realmente sincero, ese era su problema. – No sé como soy, y no sé como seremos cuando estemos juntos. Por lo que no puedo pedirte lo de siempre, no tienes que aguantarme esta vez si tu quieres otra cosa – añadió acercándose a ella, pasando su fuerte mano por la mejilla rosada de la chica. – Solo quiero que seas feliz, y realmente deseo encontrarme para que eso suceda. Para que seamos los mismos de antes – confesó. Después de todo, su confusión se basaba en todo eso, ¿cierto? Había estado perdido durante demasiado tiempo – y aún se encontraba de esa forma - , no quería perderla porque ella podía ayudarlo a superar aquella, una vez más, ella podía ayudarlo a seguir.
- No quiero perderte, pero tampoco quiero que sufras por mi culpa – concluyó, aquello no quería decir que el joven la diera por perdida. Que el joven tirará la toalla sin más, que no sintiera absolutamente nada y de ahí cada cosa que soltaba. La apreciaba, la quería pero no sabía cuánto tardaría en volver a ser el mismo. No sabía si lo conseguiría y le dolía, siquiera, pensar en que arrastraría – una vez más - a Solage a todos sus problemas.
Eran palabras afiladas que se clavaban en Daniel y lo hacían sentir realmente como un idiota, sí, un auténtico idiota porque en aquel momento había recordado todo lo que habían pasado juntos. Las veces que lo había apoyado, que lo había ayudado e incluso todo el tiempo que lo había esperado. ¿Y terminarían así?¿Por una simple confusión del chico?¿Por no saber aclararse a tiempo? Era el momento de un cambio en sus vidas, en su relación. Y no sabía si este sería para mejor o simplemente un cambio definitivo.
No quería escucharla, sus palabras lo herían demasiado y las contestaciones no le salían. Apretó sus puños fuertemente contra él, estaba enfadado, realmente enfadado. Con él, con la situación, por haber llegado a aquel punto. A aquel extremo. Respiró hondo, esperando que las palabras fluyeran en él, que no se bloqueara y que pudiera tratarla en aquel momento como realmente ella se merecía. Tenía ganas de abrazarla, de acurrucarla en su pecho y creer que todo había acabado. Que todo había sido una gran pesadilla, un mal sueño. No quería sentir esas mariposas encontradas, esa sensación de confusión de manera constante; tan solo quería volver a la normalidad.
¿¿¡¡Que!!??, ¿había oído bien? - ¿Eso qué quiere decir? – preguntó asustado, ahora sí el miedo se podía reflejar en sus ojos. El chico se había prometido cambiar, incluso había acordado alejarse de la castaña que había causado aquella confusión. - ¡No, no! – exclamó, - ¿Así?¿Sin más? – preguntó una vez más, respetaría si esa era su verdadera decisión. Pero él no tenía que dejarla, tenía que cambiar. Por el bien de todos; sentía a demasiadas personas colgando en sus manos en aquel instante. Se alejaría de Helena por su bien, tal y como le había prometido; y con ella fuera del panorama, volvería a ser el mismo con Solage. Volvería a luchar por aquella relación, ¿eso era lo que quería no? Solo bastaba un intento, una oportunidad más. Quería saber si podía volver a ser el mismo, se podía ser el Daniel que todo el mundo había conocido.
- Lo siento – volvió a repetir, ahora, de una forma mucho más sincera. Sus claros ojos tenían un brillo apagado, entristecido por todo lo que él había creado, por todo el revuelo levantado y por todo el sufrimiento que se había encargado de regalar.
- No es una relación común y corriente. Hace años que estás a mi lado, que estoy a tu lado. Pero cambié, no soy ese Daniel del que te enamoraste Solage. Soy nuevo ahora, estoy encontrándome porque todo me dejo muy perdido. No me siento conectado con nadie, me siento vacío, me siento solo. – añadió, ahí le había dado. Había sido realmente sincero, ese era su problema. – No sé como soy, y no sé como seremos cuando estemos juntos. Por lo que no puedo pedirte lo de siempre, no tienes que aguantarme esta vez si tu quieres otra cosa – añadió acercándose a ella, pasando su fuerte mano por la mejilla rosada de la chica. – Solo quiero que seas feliz, y realmente deseo encontrarme para que eso suceda. Para que seamos los mismos de antes – confesó. Después de todo, su confusión se basaba en todo eso, ¿cierto? Había estado perdido durante demasiado tiempo – y aún se encontraba de esa forma - , no quería perderla porque ella podía ayudarlo a superar aquella, una vez más, ella podía ayudarlo a seguir.
- No quiero perderte, pero tampoco quiero que sufras por mi culpa – concluyó, aquello no quería decir que el joven la diera por perdida. Que el joven tirará la toalla sin más, que no sintiera absolutamente nada y de ahí cada cosa que soltaba. La apreciaba, la quería pero no sabía cuánto tardaría en volver a ser el mismo. No sabía si lo conseguiría y le dolía, siquiera, pensar en que arrastraría – una vez más - a Solage a todos sus problemas.
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Daniel C. Wellesley- Mensajes : 143
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Solage M. Fitzgerald- Mensajes : 25
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Daniel se quedó totalmente perplejo, sin habla, inmovilizado. Le habían empezado a temblar las manos por aquello que no paraba de decirle, le hacían ver hasta qué punto habían llegado. Hasta que punto había logrado lastimarla, eran como jarrones de agua fría que no lo dejaban ni reaccionar. Todo era verdad, aquel monólogo que la rubia había soltado ante sus ojos – desgraciadamente – era cierto. ¿Cómo había podido ser tan idiota?¿Como no había podido darse cuenta antes?
A cada segundo que pasaba, a cada nueva palabra que soltaba la notaba – si cabe – todavía más lejos. Se escapaba de sus manos, se escapa de su vida y él no estaba haciendo nada para impedirlo. ¿Qué hacía? Lo de siempre, bajar la cabeza, intentar salvarse y esperar que ella pudiera entenderlo, que ella pudiera esperarlo una vez más, como otras tantas veces hacía hecho. No, esta vez no sería así. Tenía que despertar, tenía que reaccionar.
“Esta vez no eres digno de mí”. Eso fue lo último que esta dijo antes de que desapareciera de forma rápida del campo visual del chico, los ojos claros la habían perdido de vista; una mirada un tanto descontrolada, un tanto pérdida por no tenerla a su lado. Por no tenerla con él. Sus manos se congelaron, su ritmo cardiaco se aceleró por un momento. Tenía que pensar, tenía que hacerlo en ese justo momento, en ese mismo instante. - ¡No! – exclamó a los segundos. No podía dejarla ir, esta vez sería él.
De forma rápida salió de su cuarto hacia la dirección que había tomado su novia, corrió por los abarrotados pasillos a esas altas horas de la mañana. Ahí estaba, corriendo descalzo buscando con desesperación aquella silueta que tanto conocía. - ¡Solage! – gritó al verla, apresurándose para poder detenerla con su presencia. – No quiero esto, quiero estar a tu lado – concluyó, aquello era lo único que diría en aquel momento. ¿Para qué más palabras? No dudó en besarla, no dudó en acercarse a esos labios que creyó no volver a probar, y así se volvió a sentir arropado, a sentirse, una vez más, a su lado. Sus sentimientos eran encontrados porque sabía que hacia Helena sentía algo que no podía controlar, algo que se le escapaba de las manos. Pero con aquella chica tenía una historia, una vida y le debía años de apoyo, de cariño y de amor. Era fundamental en su vida, de eso se había dado cuento en el mismo momento de no haberse imaginado a su lado.
- Seremos tu y yo – susurró después de haberse separado de ella. Se lo había prometido a él mismo; ya lo había hablado con su castaña amiga, ya le había indicado desde hace unos días la distancia que dejaría correr entre ellos dos. – Te lo debo – “ a ti, a nosotros”. Ese era el momento del cambio, de ese cambio que tanto deseaba ver Solage y que tanto quería realizar Daniel. Solo quería una oportunidad, una nueva oportunidad para demostrárselo.
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Daniel C. Wellesley- Mensajes : 143
Fecha de inscripción : 20/07/2012
Re: We’re like diamonds in the sky {Daniel}
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Solage M. Fitzgerald- Mensajes : 25
Fecha de inscripción : 10/12/2012
Re: We’re like diamonds in the sky {Daniel}
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DIAMONDS IN THE SKY
DIAMONDS IN THE SKY
CON Solage F. ∞ EN Habitaciones de chicos ∞ 11:30 AM
Volvía a darse cuenta, una vez más, del temor de la chica a ser lastimada, lo sentía, realmente lo sentía. ¿Por qué se le hacía tan difícil aquello? La rubia desmenuzaba todas las palabras que salín de la boca de Daniel, las analizaba con lupa y le daba la vuelta para poder entenderlas mejor, para poder llegar al fondo de la cuestión. – No me refería a eso – aclaró de forma rápida, antes de que esta continuara llevando aquella conversación en ese sentido. – Te debo lo que soy, te debo la ayuda que me prestaste. No sería el mismo sin ti – agregó, sí. – Quiero seguir siendo yo cuando estoy contigo, cuando estamos juntos – y así era, Solage era un punto primordial en su vida. No era una historia, sino que era su vida. Años y años creciendo el uno al lado del otro, madurando y descubriéndose a sí mismos.
- Te dije que lo intentaré, te quiero a mi lado, nos quiero juntos – volvió a aclarar, ¿a caso era tan difícil de entender? Se culpaba porque si él no hubiera sido tan idiota, en aquellos últimos meses, la chica no se encontraría en una posición defensiva ante cada gesto o palabra del mayor de los Wellesley. – Eres parte de mi vida – concluyó, acariciando uno de los mechones rubios de la joven. Clavando su mirada en aquel rostro de porcelana con el que tanto se deleitaba.
- ¡Te quiero! – esas habían sido las palabras que rompieron el silencio en el que se encontraban atrapados. ¿Mentía? Claro que no. La quería, estaba claro que la quería. ¿Qué se encontraba confuso? Puede ser, pero eso no quiere decir que los sentimientos hacia Solage hubieran desaparecido por arte de magia. Y eso era lo que se había propuesto, volver a lanzar hacia la superficie todo lo que sentía por la rubia, volver a encontrar esa conexión y química que tanto los caracterizaba. Volver a ser aquella pareja feliz, aquella pareja deseada.
Se quedó en silencio por unos segundos, porque aunque la chica que tenía frente a sus ojos era su novia desde hace años, esta sabía que Daniel no solía expresar sus sentimientos con palabras. Que no solía decir aquella clase de cosas, y realmente, – por una vez – podía confiar en las palabras del chico.
Levantó el rostro de la chica para regalarle un beso en la frente, un beso cariñoso, un beso tierno y tímido. No sabía con que saldría ahora, no sabía cuál sería su futura reacción o si encontraría otro vació a las palabras de este.
- Te dije que lo intentaré, te quiero a mi lado, nos quiero juntos – volvió a aclarar, ¿a caso era tan difícil de entender? Se culpaba porque si él no hubiera sido tan idiota, en aquellos últimos meses, la chica no se encontraría en una posición defensiva ante cada gesto o palabra del mayor de los Wellesley. – Eres parte de mi vida – concluyó, acariciando uno de los mechones rubios de la joven. Clavando su mirada en aquel rostro de porcelana con el que tanto se deleitaba.
- ¡Te quiero! – esas habían sido las palabras que rompieron el silencio en el que se encontraban atrapados. ¿Mentía? Claro que no. La quería, estaba claro que la quería. ¿Qué se encontraba confuso? Puede ser, pero eso no quiere decir que los sentimientos hacia Solage hubieran desaparecido por arte de magia. Y eso era lo que se había propuesto, volver a lanzar hacia la superficie todo lo que sentía por la rubia, volver a encontrar esa conexión y química que tanto los caracterizaba. Volver a ser aquella pareja feliz, aquella pareja deseada.
Se quedó en silencio por unos segundos, porque aunque la chica que tenía frente a sus ojos era su novia desde hace años, esta sabía que Daniel no solía expresar sus sentimientos con palabras. Que no solía decir aquella clase de cosas, y realmente, – por una vez – podía confiar en las palabras del chico.
Levantó el rostro de la chica para regalarle un beso en la frente, un beso cariñoso, un beso tierno y tímido. No sabía con que saldría ahora, no sabía cuál sería su futura reacción o si encontraría otro vació a las palabras de este.
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Daniel C. Wellesley- Mensajes : 143
Fecha de inscripción : 20/07/2012
Re: We’re like diamonds in the sky {Daniel}
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Solage M. Fitzgerald- Mensajes : 25
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Re: We’re like diamonds in the sky {Daniel}
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CON Solage F. ∞ EN Habitaciones de chicos ∞ 11:30 AM
El rubio, después de aquel tierno beso, escuchó lo que su novia le comentó. Asintiendo por aquello, lo intentaría. Intentaría poder abrirse con ella como antes, volver a decirle como se siente, como se encuentra. Extrañaba aquello, sentirse arropado y conectado con la joven. Unidos a cada paso, en el camino… todo había cambiado con el paso del tiempo. Un cambio que le disgustaba, un cambio que tan solo él había sido el culpable. Lo sentía, claro que lo sentía. Y por eso haría todo lo que estuviera en su mano, en su cabeza y en su corazón para poder sacar adelante aquello que aún tenían.
- Lo haré – terminó por susurrar, una tierna sonrisa en la comisura de sus labios acompañó aquellas palabras. Se merecía eso, se merecían eso. - ¡Gracias! – exclamó a los segundos, rompiendo el silencio que había entre los dos. Le agradecía que continuará allí, que siguiera a su lado, que tuviera todavía las fuerzas necesarias para intentar reconstruir todo aquello, para construir – nuevamente – aquel lazo que siempre los había unido. Aquella bonita y fuerte relación.
En aquel momento Daniel se sintió aliviado, se sintió seguro y realmente apreció todo lo que la preciosa muchacha hacía por él. Todo lo que está había luchado, lo que había aguantado y, a pesar de eso, continuaba a pie de cañón. A su lado, sin soltarlo, sin dejarlo ir. Tenía que ser el mejor por lo que, el Wellesley, destacaría de aquí en adelante por ser como no lo había sido nunca. Por volver a ser el mismo adolescente de quien se había enamorado.
Su móvil sonó un par de veces en el bolsillo de su pantalón, sacándole de aquella situación complicada, delicada y sentimental por la que estaba atravesando. Haciéndolo volver a la realidad y percatándose, así, de la forma en la que se encontraba. Despeinado, descalzo y desarreglado; llamando la atención de cualquiera persona que pasara por su lado. Hasta ese mismo momento la preocupación por no perder a la rubia le había nublado cualquier pensamiento que no fuera ese. – Discúlpame - agregó al ver que la persona que lo llamaba, no era ni más ni menos, que el Señor Wellesley. Colgó rápidamente la llamada, lo llamaría en unos segundos. - Mi padre - se atrevió a aclarar, no estaba en sus planes decírselo. Pero por algo se empezaba, ¿no? Así no tenía que desconfiar nuevamente del chico.
- Te veré luego – dijo con un tono apacible y apenado. No podía pasar de una llamada de su padre, era demasiado estricto y seco. Hasta se podía decir que un poco cruel, por su bien tenía que estar disponible para su progenitor en todo momento. – Recuerda, tu y yo. Otra vez – susurró antes de regalarle un fugaz beso, para poder así, desaparecer de forma rápida entre las personas que se encontraban en aquel abarrotado pasillo.
- Lo haré – terminó por susurrar, una tierna sonrisa en la comisura de sus labios acompañó aquellas palabras. Se merecía eso, se merecían eso. - ¡Gracias! – exclamó a los segundos, rompiendo el silencio que había entre los dos. Le agradecía que continuará allí, que siguiera a su lado, que tuviera todavía las fuerzas necesarias para intentar reconstruir todo aquello, para construir – nuevamente – aquel lazo que siempre los había unido. Aquella bonita y fuerte relación.
En aquel momento Daniel se sintió aliviado, se sintió seguro y realmente apreció todo lo que la preciosa muchacha hacía por él. Todo lo que está había luchado, lo que había aguantado y, a pesar de eso, continuaba a pie de cañón. A su lado, sin soltarlo, sin dejarlo ir. Tenía que ser el mejor por lo que, el Wellesley, destacaría de aquí en adelante por ser como no lo había sido nunca. Por volver a ser el mismo adolescente de quien se había enamorado.
Su móvil sonó un par de veces en el bolsillo de su pantalón, sacándole de aquella situación complicada, delicada y sentimental por la que estaba atravesando. Haciéndolo volver a la realidad y percatándose, así, de la forma en la que se encontraba. Despeinado, descalzo y desarreglado; llamando la atención de cualquiera persona que pasara por su lado. Hasta ese mismo momento la preocupación por no perder a la rubia le había nublado cualquier pensamiento que no fuera ese. – Discúlpame - agregó al ver que la persona que lo llamaba, no era ni más ni menos, que el Señor Wellesley. Colgó rápidamente la llamada, lo llamaría en unos segundos. - Mi padre - se atrevió a aclarar, no estaba en sus planes decírselo. Pero por algo se empezaba, ¿no? Así no tenía que desconfiar nuevamente del chico.
- Te veré luego – dijo con un tono apacible y apenado. No podía pasar de una llamada de su padre, era demasiado estricto y seco. Hasta se podía decir que un poco cruel, por su bien tenía que estar disponible para su progenitor en todo momento. – Recuerda, tu y yo. Otra vez – susurró antes de regalarle un fugaz beso, para poder así, desaparecer de forma rápida entre las personas que se encontraban en aquel abarrotado pasillo.
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Daniel C. Wellesley- Mensajes : 143
Fecha de inscripción : 20/07/2012
Re: We’re like diamonds in the sky {Daniel}
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Solage M. Fitzgerald- Mensajes : 25
Fecha de inscripción : 10/12/2012
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Lun Feb 04, 2013 1:48 pm por Anna DiGiovanni
» Registro de Apellidos;;
Lun Feb 04, 2013 1:47 pm por Anna DiGiovanni
» Registro de Habitación;;
Lun Feb 04, 2013 1:45 pm por Anna DiGiovanni
» Registro de Nombre;;
Lun Feb 04, 2013 1:44 pm por Anna DiGiovanni
» ●Afiliación Élite.
Mar Dic 25, 2012 2:04 pm por Invitado
» Just because people do horrible things... it doesn’t always mean they are horrible people || {December's Relationships}
Lun Dic 24, 2012 4:30 pm por December F. Windsor
» Las dos chicas mas importantes de mi vida {0/2}
Lun Dic 24, 2012 3:55 am por Matt W. James
» We’re like diamonds in the sky {Daniel}
Sáb Dic 22, 2012 10:35 pm por Solage M. Fitzgerald
» ●Confirmaciones.
Sáb Dic 22, 2012 7:15 pm por Invitado